Jesús Martín es un director de arte madrileño que compagina su día a día como diseñador en un departamento de marketing, con
proyectos personales donde da rienda suelta a su creatividad.
Jesús nos cuenta su proyecto "Tenía una pared blanca larguísima en el madrileño barrio de Carabanchel que, como todas las paredes blancas, era carne de graffitero aficionado. Una vez perdido el miedo a su brillante semblante iba a ser un foco de declaraciones del primer amor, un laboratorio de firmas callejeras y un lugar en el que experimentar con los dibujos a mano alzada, hechos rápido y casi sin mirar, incluyendo ESE que tanto gusta de ser representado. Yo mismo confieso haber dejado alguna seña de mi paso durante la adolescencia, digna de ser puesta como contra ejemplo a la fina caligrafía de los cuadernos Rubio de le época.
Después de analizar la situación me di cuenta de que el reto precisamente estaba ahí, en usar esos mismos códigos al alcance de cualquiera para representar algo que tuviera una intención. Por eso cogí todos esos elementos, ese amalgama de declaraciones, de amenazas, de insultos y de "finos" dibujos que se encuentra en cualquier muro y lo convertí en la base de mi proyecto. Ya que la pared iba a acabar garabateada quería plantear un reto a todo el que pasa por la calle y no solo al que se acerca con un spray, demostrando que no hace falta tener grandes conocimientos para expresarse. Por eso todo el material que se usa es "barato", los sprays son baratos, los dibujos son baratos, la plantilla se hace con folios normales pegados entre sí y hasta la ropa que llevo es de andar por casa. Me gustaba la idea de utilizar elementos burdos para crear un conjunto interesante.
Una vez planteada la forma el contenido no podía dejar indiferente y tenía que buscar provocar reacciones. No hay nada que invite más a la rebeldía que un cartel de "No pintar", pero la prohibición se convierte en un mensaje confuso dada la forma en que se representa, con un graffitero pintando hecho a base de garabatos sobre un lienzo con más garabatos, convirtiéndola en una invitación con condiciones en un "
pinta lo que quieras pero que tenga un motivo"